Ubicado en la calle Héroe de Nacozari número 1315 sur, el sitio que hoy ocupa este lujoso restaurante fue, en otros tiempos, la famosa Huerta de la Piedra China. Esta huerta fue fundada por el cura Isidro Navarro, tercer párroco del templo del Señor del Encino, quien introdujo el cultivo de la vid en este lugar, convirtiéndose así en pionero de la industria vitivinícola en la entidad.
El sitio conserva un carácter vernáculo con reminiscencias feudales, ya que cuenta con un torreón esquinal que evoca las antiguas construcciones fortificadas. Fue construido por un arquitecto anónimo en el año de 1889.
Originalmente, era una casa de un solo nivel, que contaba con zaguán, patio porticado, patio central en torno a las habitaciones, área de servicios y una amplia huerta en la parte posterior. En el pórtico de la huerta existen cuatro murales, y otros cuatro se ubican en el segundo patio, testigos artísticos de una época de esplendor y gusto decorativo.
En 1987, esta finca fue transformada en restaurante, y sus instalaciones fueron ampliadas con la construcción de un segundo nivel. Se realizaron varios agregados que enriquecieron su arquitectura, tales como las arcadas del jardín, la cúpula esquinal, y diversas adaptaciones que la dotaron de amplias, modernas y funcionales instalaciones.
Lo que originalmente era la entrada a la casa fue modificada para convertirse en área de acceso para el personal, mientras que la parte que correspondía a la huerta se transformó en la zona principal de acceso al restaurante, conservando parte de su esencia tradicional.
Posteriormente, en 1991, se construyó el Hotel Gran Hacienda de la Noria, edificado en lo que antiguamente era un terreno baldío. Este hotel presenta una fachada rústica y vernácula, que ostenta un reloj moderno diseñado para semejar uno del año 1897.
La arquitectura del lugar muestra una interesante mezcla entre la decoración antigua y el estilo moderno, reflejada en sus sofisticadas instalaciones, que ofrecen un servicio de gran calidad. Los interiores están decorados con un fino mobiliario de sabor antiguo, que combina elegancia y tradición.
Un hermoso y gigantesco vitral policromado domina el espacio, aportando luz, color y una sensación de calidez que envuelve todo el ambiente, haciendo de la Hacienda de La Noria un sitio único en historia, arquitectura y hospitalidad.