La Hacienda Nueva surgió como un desprendimiento de la importante finca ganadera de Cieneguilla, durante los años en que esta era administrada por los padres de la Compañía de Jesús. También era conocida con el nombre de Morcinique, y formaba parte de los bienes del presbítero José Ignacio Rincón Gallardo, quien, al fallecer, dejó dicha propiedad al Ayuntamiento de Aguascalientes con el propósito de formar un patronato destinado a apoyar la salud y la educación de los aguascalentenses más necesitados (1).
El patronato se constituyó en 1842 (2), bajo la condición de que ni el Ayuntamiento ni ninguna otra autoridad pudieran desviar, bajo ningún pretexto, los productos de dicho fondo. Sin embargo, poco tiempo después, el titular del mayorazgo de Ciénega de Mata, quien era deudor de la testamentaría del presbítero Rincón Gallardo, celebró con el Ayuntamiento un convenio lleno de ventajas para sí mismo, lo cual redujo considerablemente las ganancias de la Hacienda.
Hasta 1855, el municipio arrendó las propiedades, pero en 1856 decidió fraccionar y vender la finca, marcando el inicio de una nueva etapa en su historia.
Cómo era la Hacienda Nueva
Entre 1846 y 1850, la Hacienda Nueva contaba con uno y medio sitios de ganado mayor*; poseía una presa muy bien construida y dos estanques, uno de ellos con cortina de calicanto (una obra de mampostería), que permitía almacenar más agua para el riego. Sus tierras eran fértiles y de excelente calidad. La presa regaba las siembras de trigo y diez fanegas* de maíz. Más de la mitad del terreno estaba cercado con piedra y vallado, con pastos y aguajes abundantes.
El paisaje era variado: donde no había lava, crecían montes de mezquital, mientras que a orillas del río se levantaban huizaches, nopales de diversas clases y sauces.
La Hacienda contaba con viviendas para los sirvientes, un granero, una troje de dos naves y una huerta muy productiva, poblada de árboles frutales de todo tipo. Esta huerta podía generar hasta trescientos pesos anuales, y sus arrendamientos ordinarios alcanzaban los mil (3).
El inventario de la finca reflejaba su prosperidad: tenía 58 bueyes labradores, 224 reses de ganado mayor, 96 bestias de diferentes tipos, 47 caballos de silla y 21 mulas y machos. Además, contaba con una ordeña establecida que era bastante productiva (4).
También disponía de una tienda con paredes enjarradas y blanqueadas, una caballería con muros de adobe, un cuarto para calera, otro para herrería y uno más destinado a escuela (5);
El Patronato y sus conflictos
Como se mencionó antes, el Ayuntamiento administraba los bienes del presbítero Rincón Gallardo a través del Patronato. Sin embargo, surgieron conflictos: un supuesto sobrino y albacea del sacerdote, llamado Pedro José García Rojas, no estaba de acuerdo con la forma en que el Municipio manejaba los recursos. En 1848, exigió que se le retirara al Ayuntamiento la representación, argumentando que solo había cumplido parcialmente con su compromiso de reconstruir el Hospital de San Juan de Dios, apoyar a las escuelas primarias y ayudar a las familias pobres (6).
García Rojas solicitó también que se le devolviera la Hacienda Nueva, junto con los fondos y documentos de la testamentaría. Por otro lado, el general José María Rincón Gallardo, titular del mayorazgo de Ciénega de Mata, debía al finado cura 105,689 pesos, pertenecientes al fondo del patronato. Sin embargo, el marqués de Guadalupe desvió esos recursos para otros fines.
Pedro García Rojas se quejó nuevamente, señalando que el señor Rincón Gallardo había entregado 6,000 pesos al general Santa Anna, 4,000 al general Condene (entonces gobernador y comandante general de Aguascalientes), 15,000 pesos con la Hacienda del Soyatal y otros 15,000 pesos en el mesón de la Unión de la ciudad (7). A causa de ello, solo restaban 40,000 pesos de la deuda original, lo que provocó una grave disminución en los intereses del patronato.
En 1856, el Municipio resolvió vender la Hacienda por fracciones. Ese año, Pascual Muñoz compró una parte (8), Pedro Adame adquirió dos (9) y Rafael Díaz compró cinco (10).
Un hecho notable ocurrió en 1861, cuando el Ayuntamiento vendió el agua de la presa de la Hacienda Nueva a los franceses Pedro Cornú y Luis Stiker, dueños de la fábrica “Textiles San Ignacio”, situada en terrenos de la hacienda, a unos cinco kilómetros al poniente de la ciudad de Aguascalientes (11). No obstante, el pleno del Ayuntamiento no aprobó los términos del contrato (12), y en 1863, el Municipio presentó una demanda pidiendo la nulidad del acuerdo (13).
Los franceses se defendieron afirmando que eran neutrales en la guerra que México sostenía contra Francia y que solo se dedicaban al trabajo, sin inmiscuirse en política (14). Sin embargo, el juzgado de primera instancia de Aguascalientes determinó que, tras la promulgación de las Leyes de Nacionalización de los Bienes del Clero, la presa pasaba a ser propiedad de la Nación (15). Por ello, se ordenó su subasta pública, aunque poco después Cornú y Stiker volvieron a adquirirla.
En 1878, ocurrió una tragedia: Luis Stiker murió ahogado en la presa de San Ignacio junto con otras personas (16). Este hecho desencadenó un pleito judicial entre Pedro Cornú y Valentín Stiker, hermano del fallecido, por una deuda de 22,000 pesos de la testamentaría. Aunque finalmente llegaron a un acuerdo, esto provocó la separación de los herederos de Luis de la empresa administrada por Cornú (17).
En 1891, Luis Cornú, apoderado de su padre Pedro, compró al Dr. Jesús Díaz de León cinco fracciones de la Hacienda Nueva (18). Sin embargo, la fábrica ya enfrentaba dificultades por la competencia industrial, por lo que Cornú decidió hipotecar parte de la Hacienda al Ayuntamiento para obtener un préstamo que le permitiera expandir su negocio:
“Otorgué a favor de esa corporación escritura de hipoteca sobre ocho fracciones de terreno pertenecientes a la Hacienda Nueva, incluyendo el terreno donde está construida la fábrica, junto con la maquinaria y útiles de la misma, para garantizar el pago del capital de cuatro mil setecientos ochenta y siete pesos con veintiséis centavos y sus réditos. Hoy quiere mi padre ampliar el giro industrial colocando más máquinas y telares para formar una nueva fábrica (19).”
Sin embargo, la nueva fábrica nunca se concretó. Con la llegada de la Revolución, el negocio cayó en una profunda crisis que finalmente lo llevó a la ruina.
Conclusiones y legado
La Hacienda Nueva fue un caso sui generis dentro de la historia regional, pues su destino quedó entrelazado con el de la fábrica “Textiles San Ignacio” de los franceses Pedro Cornú y Luis Stiker. A diferencia de otras haciendas, que fueron fraccionadas por sus propios dueños para heredar o vender a sus arrendatarios, la Hacienda Nueva fue dividida legalmente por el Municipio.
La voluntad generosa del presbítero José Ignacio Rincón Gallardo, quien deseaba que los ingresos de la finca se destinaran a la educación y salud de los más pobres, se vio truncada por los cambios políticos y sociales de la época. Las Leyes de Reforma, la desamortización y la nacionalización de los bienes del clero provocaron la caída de esta hacienda, que alguna vez fue una de las más productivas y emblemáticas de Aguascalientes.
Referencias:
1 sitio de ganado mayor equivale a 1,756 hectáreas.
1 fanega equivale, en algunos sitios, a 6,600 metros cuadrados.
(1) Archivo Municipal. Exp. 25, caja 173: 1890.
(2) Archivo Municipal. Exp. 19, caja 4: 1848.
(3) Archivo Municipal. Exp. 23, caja 4: 1849.
(4) Archivo Municipal. Exp. 9, caja 4: 1846.
(5) Archivo Municipal. Exp. 6, caja 4: 1850.
(6–19) Diversos expedientes del Archivo Municipal y Jesús Gómez Serrano, Aguascalientes en la Historia (1786–1920), Tomo II, 1988.