Descripción del Escudo |


 

La columna jónica de oro, ubicada en el palo diestro, simboliza la nobleza de los aguascalentenses y representa, de manera ideal, el centro y el corazón de la República. Esta columna, que existe físicamente en la Plaza de Armas y que todos podemos admirar, es el emblema más representativo de la ciudad. El fondo rojo evoca la sangre generosa derramada por nuestros mártires y patriotas, y al mismo tiempo recuerda la Convención Revolucionaria celebrada en Aguascalientes.

En el palo siniestro, la estrella de plata manifiesta la pureza del cielo aguascalentense, mientras que el color azul alude a la hermosura de sus noches. Todo el conjunto expresa la benignidad de su clima.

La rueda dentada simboliza que la capital del estado fue uno de los principales centros fabriles del país. El fondo dorado representa la luz cegadora de los hornos y fraguas de sus grandes talleres —hoy desaparecidos—, que forman ya parte de la historia de Aguascalientes y, por ello, adquieren aún mayor presencia en el escudo.

La granada alude a la riqueza de los frutos que se producían en las huertas del Barrio de Triana, ya inexistentes. Sobre ellas, Eduardo J. Correa escribió en Un viaje a Termápolis: “huertas que semejan un cinturón de esmeraldas”. La granada, al mostrarse entreabierta y con granos apretados y jugosos, representa la unión fraterna de los habitantes de la ciudad y su fervor por cultivar la amistad. El fondo verde reafirma ese concepto de Díaz de León y evoca los campos y el follaje de los álamos que antaño crecían a orillas del río Pirules.

Las llamas simbolizan las fuentes termales que dieron origen al nombre de la ciudad, Aguas Calientes. El escudo se completa con las franjas de plata y azul, que evocan el tono particular de sus aguas: ni completamente transparentes ni verdosas, sino de un matiz azuloso o “zarco”.

La bordura señala el año de 1575, fecha en que Jerónimo de Orozco, presidente de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, expidió la cédula de fundación de la villa que llevó el nombre de Villa de la Asunción. Los doce bezantes de oro representan a los principales colonizadores que, desde 1565, se establecieron en estas tierras, las cuales con el tiempo se convertirían en la ciudad de Aguascalientes. Ellos fueron:
Juan de Montoro, Alonso de Alarcón, Alonso de Ávalos Saavedra, Gaspar Silva, Juan López Elizalde, Jerónimo de la Cueva, Luis González, Cristóbal Lozano, Nicolás Ramírez, Pedro González y Pedro Hernández de Santa Fé.

El color púrpura de la bordura exalta la grandeza de ánimo de los colonos, quienes resistieron las constantes incursiones de los pueblos chichimecas —que estuvieron a punto de acabar con la incipiente población—, y a la vez representa la libertad y la soberanía.

La Virgen de la Asunción está íntimamente ligada a nuestra ciudad, pues al fundarse se le otorgó el nombre de Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguascalientes, por lo que se le reconoce como su patrona. Este nombre aparece en documentos del siglo XVII, incluidos los Protocolos Notariales conservados en el Archivo Histórico del Estado.

El león alado, compañero del evangelista San Marcos, sostiene una pata sobre los evangelios, símbolo de su papel como testigo de las revelaciones divinas. Esta figura representa las festividades en honor del santo, que desde la primera mitad del siglo XIX se unieron con la feria mercantil de la ciudad, dando origen a la actual Feria Nacional de San Marcos.

El listón que acompaña al escudo lleva la inscripción “Virtus in Aquis, Fidelitas in Pectoribus”, que significa “La virtud en las aguas, la fidelidad en los corazones”, en alusión a las propiedades atribuidas a los baños termales y a la proverbial lealtad del pueblo aguascalentense.

Este escudo fue adoptado oficialmente por acuerdo del H. Ayuntamiento de Aguascalientes en sesión celebrada el 24 de mayo de 1946, y se publicó en el Periódico Oficial del Estado el 9 de junio del mismo año, quedando reconocido como el Escudo de Armas de la ciudad.